Carrera del Día del Padre para Sonia Chávez
Por Sonia Chávez
5:00 am y el despertador suena, llueve afuera y el silencio apremia. Mi hermana me pregunta: ¿vamos a ir aunque llueva? Mi respuesta: “Vamos, allá no llueve y si sí, nos regresamos”. ¿Cómo vamos a tirar todo por la borda si hemos hecho carga de carbohidratos? y si no vamos, ¿cuándo los quemamos? Y la carga de Gatorade de un día antes y la pastilla de potasio para disminuir calambres y el agua alcalina para mejorar oxigenación, ¿qué?. Me pongo mis New Balance que me encantan y mis licras Reebok. Salimos y el guardia de seguridad abre la puerta del condominio donde vivo, lo despertamos otra vez, ¡ya nos alucina!. Y ahí vamos, con limpiadores a todo lo que dan, con frío y sueño. Cuando llego a Plaza Cuicuilco, mis hermanos y yo con la lluvia en la cara, caminamos acompañados de más corredores que emocionados se concentran. ¡Sí, los corredores estamos locos! ¿Quién en su sano juicio deja lo calientito de su cama para irse a correr debajo de la lluvia y a esas horas cuando muchos vuelven de la fiesta? ¡No manches, son las 6:00 am!
Y llegamos, nos metemos al corral. Me encuentro a mi amiga Fernanda Ramo quien se ofreció a ser mi rabbit dos días antes de la carrera, ya que ya iba a hacerlo con una de sus amigas para terminar en 2:00 horas. ¿Les digo algo? A mi me gusta correr sola, pero mi amiga estaba más emocionada que yo así que acepté y se lo agradezco muchísimo. Mis hermanos se van hasta adelante y yo me quedo ahí. Antes de arrancar, medito, rezo y me dejo llevar. Salgo corriendo como loca, la estrategia la cambié un día antes, le doy a madres la primera parte (un poco más de 9K) hasta el puente que va de regreso, el resto ya lo hago con el corazón. Y ahí voy, sin pensar nada, hablando algunas cosas con mis compañeras, saludando amigos y monitoreando el tiempo. Kilómetros a 5:43, 5:28, 5:21, 5:19 y así…antes de subir el puente, agarro fuerza y trato de no despegarme de mi pacer. Bajo y la alcanzo. Me grita: ¡no te quedes Sonia! Yo ya le había dicho que la primera parte la hacía con ella, que después no.
Mantengo el ritmo pero de pronto mis pulsaciones suben a 193, y me digo ¡tampoco te pases chava!. Bajo el ritmo y lo mantengo a 187. Fer me dice: “respira, tranquila”. Y le contesto: “si, lo prometo”. En mi mente pienso: “No, tranqui, no puedes hacer una tarugada, tampoco se trata de morirte aquí”. Fer y su amiga se van, y yo sigo a mi ritmo, envuelta en pensamientos fatalistas y bonitos. Inmersa en la locura por la disminución de glucosa en mi cerebro, me digo: “saca los SportBeans“. Es la primera vez que los pruebo en una carrera y han resultado muy digeribles y cero pesados para mi estómago. Y empiezo a comer esos dulcecitos de electrolitos y vitamina B para que me den el levantón, lo logro. Sólo agua durante el camino, no puedo mezclar Gatorade ahorita, por eso lo tomo antes, si no, llego vomitando a la meta o antes paso al baño. A partir del km 13 no suelto mis dulces, los tomo a cada rato. Por primera vez mi cara no está llena de sal, eso me da confianza. Cartulinas, mantas de apoyo y gritos me animan. Me quito la gorra que para ese entonces ya siento que me aprieta la cabeza. Y pienso: esto lo hago por mí, pero también por mi papá que está de visita en mi casa y por mi marido, que tantas veces ha aguantado a una esposa loca corredora que no se comporta como la clásica esposa normal y siempre pendiente de él, porque encima de todo, él no es corredor y se tiene que chutar mi pasión. Al final, una carrera es como la vida, se empieza feliz, se sufre, pero se termina feliz.
Y en mi cabeza empiezan los recuerdos en el km 17 y encima con una cuesta que te mueres. “Tantas veces he dejado a mi hija por venir a esto, por qué no me quedé en casa a festejar el día del padre, ¿servirá de algo hacerlo?”…me invade el sentimiento de culpa…y de pronto, con un sorbo de agua despejo mi cabeza y levanto el pecho, enderezo la cadera, abro la zancada, aumento el paso y me digo “Despiértate Sonia, no es la hora del recuerdo, ¡vamos a terminar bien!”. Yo sólo quería llegar a Perisur y cuando lo veo y siento tan cerca a la gente, me emociono y le doy más rápido. “Con que llegue en 2:10 me conformo” me digo a mí misma. Cruzo el km 19, me encuentro con mi amigo Hugo Malagón “Once Negro”, que me dice “¡vamos jefa!”. Me da el susto de mi vida, yo concentrada, pero logra sacarme la primera sonrisa después de 10km que parecían interminables. Y su apoyo fue como inyección de energía, entonces, ¡me levanto y cierro!. Al kilómetro 20 me encuentro al gran Benjamín Paredes, que tan lindo como siempre, me dice: “vamos, deja te saco la foto”, y poso con singular alegría.
Los últimos metros fueron determinantes. Recordé que después de ser mamá me costó mucho volver a un buen nivel y por lo mismo, ¡aguanté bullying de muchos! jajaja Sí, hace un año este 21K lo hice en 2:26 y hoy llegaba en 2:08. Wanda Panfil yBenjamín Paredes han sido dos ángeles que han tenido la paciencia para entrenarme en estos últimos 2 meses, sabiendo que no soy elite, que tengo el tiempo contado para entrenar y que a veces mis ocupaciones no se adaptan a sus horarios de entrenamiento. Pero mi pasión, mi gusto, mi constancia y mi disciplina ahí están, todos los días trabajando para ser mejor corredora.
Cuando llego a la meta sonrío otra vez, no levanto las manos porque sólo pienso en que “las chingas de todos los días han valido la pena”. Llego sola, como siempre he corrido, shockeada y en el fondo muy feliz.
No encuentro a mis hermanos, pero me voy al coche caminando bajo la lluvia. Saludo a mis amigos de Total Running. Con el corazón emocionado y la garganta ahogada por mi logro, sigo temblando de frío y me río de estar tan loca por torturarme así. Porque efectivamente, llevo dos meses entrenando 3 o 4 veces por semana dos veces al día, porque he aprendido a sobrellevar envidias y caras largas a mi alrededor, porque los problemas de la vida ya no afectan mi entrenamiento y porque sé que mi hija entenderá que se deben perseguir los sueños para ser feliz.
Cuando llego a casa, las plantas de los pies están acalambradas. Recibo un mensaje de mi esposo que agradece el regalo que le di con ese tiempazo. Lo mejor es la sonrisa de mi hija y su desesperación por quitarme la medalla que traigo puesta. Y me pregunta ¿ya corriste? Un abrazo y se acabó. Después un baño, meto las piernas y pies al agua fría, reviento una ampolla que me salió, me pongo crema en una rozadura que sufrí en la espalda justo debajo del top que traía puesto y a festejar al papá y al abuelo, la siesta puede esperar.
Gracias a todos los que han formado parte de esta historia.
¿A ustedes cómo les fue?
¡Nos seguimos leyendo!
Fuente: Blog de Corredoras
Entrevista a uno de los más fieles seguidores de la Carrera del Día del Padre
“Nunca dejes de correr; si no puedes, trota; si no puedes camina; pero nunca abandones. (Agustín Ochoa)”
Corredores del Bosque de Tlalpan: ¿Cómo te iniciaste en la Carrera del Día del Padre?
Agustín Ochoa: Vi desde el periférico la primera edición de la carrera y en ese momento supe que iba a correr la segunda.
CBT: ¿Qué te hace seguir corriendo año tras año?
AO: El amor al Bosque, a la camiseta.
CBT: ¿Cuál es tu mejor recuerdo de la carrera?
AO: En la edición número 25 fue un verdadero placer que nos volviéramos a reunir todos los amigos, organizadores y participantes de las primeras ediciones.
CBT: ¿Cuál es tu opinión sobre los cambios en la carrera y en la asociación de corredores del Boque de Tlalpan?
AO: Todos los cambios han sido en beneficio de los corredores.
CBT: ¿Nos podrías regalar un pensamiento para los corredores?
AO: Nunca dejes de correr; si no puedes, trota; si no puedes camina; pero nunca abandones.
CBT: Muchas gracias y felicidades.
Carrera del Día del Padre es el medio maratón más importante de América Latina
“12 mil participantes y tres sedes en la edición número 31″
Entrevista con Roberto Álvarez, presidente de la asociación de Corredores:
Fuente: Canal 100
Juan Piña: “La del Padre es la carrera del año”
Con 258 maratones completados, este deportista excepcional y exitoso ejecutivo con más de 30 años de experiencia en el sector financiero considera que la Carrera del día del Padre es la más disfrutable de todas.
CBT: ¿Cómo has logrado combinar tus responsabilidades profesionales con la preparación para los maratones?
JP: Mis cargos me han dado la oportunidad de viajar mucho. Correr es una disciplina que se puede realizar en cualquier lado y no necesita equipo sofisticado. Echas tus tenis y ya, es lo único que necesitas. Al principio viajaba y me encontraba una carrera y la corría. Duermo muy poco, aproximadamente tres horas. Siempre he hecho deporte. De chico nadaba mucho y es curioso porque tenía muy mala vista, de hecho mi primer triatlón lo nadé con lentes pero tuve que nadarlo de perrito y poco a poco empecé a dejar los deportes acuáticos.
CBT: ¿Cómo le haces para entrenar las distancias que se necesitan para un maratón?
JP: He corrido tantos maratones que casi siempre los hago sin tener un entrenamiento específico.
CBT: ¿Cómo fue tu primer maratón?
JP: Me invitaron a participar en el maratón de Nueva York en 1986. Es un maratón que todo el mundo quiere correr pero, en mi opinión, no es el maratón apropiado para ser tu primera experiencia en la distancia. A mí me pasó lo que le pasa a muchas personas, terminé el maratón, colgué los tenis y no volví a correr en un año. No me fue mal para no haber entrenado: terminé con un tiempo de 3:42’. Al año siguiente mi hermano Jorge, que también corría, me invitó a correr el maratón de la Ciudad de México. Ese maratón sí lo sufrí porque lo corrí con uno de esos short viejos de tenistas que tenían costuras y me raspé las piernas e iba sangrando durante el recorrido. No me quería quedar con esa sensación así que volví a correr Nueva York y de ahí empecé a correr.
CBT: ¿Cómo es que lograste correr casi 260 maratones?
JP: El primer año corrí un maratón, el segundo corrí dos, el tercero corrí cuatro, hasta que empecé a correr tan seguido que llegué a correr por tres años seguidos 28 maratones al año. Corrí muchos back to backs, el sábado un maratón y el domingo otro.
CBT: ¿Pero eso no es malo para el cuerpo?
JP: Pues sí, pero siempre me dijeron que yo tenía una biomecánica para correr sin lastimarme. Había veces en donde yo corría un maratón, me iba al aeropuerto en shorts y medalla, y me cambiaba en el baño del avión. Llegué a correr un sábado en Europa y al otro día en Ohio. Lo más que llegué a correr fueron cinco maratones en dos semanas. Yo sé que hay gente que ha corrido más maratones que yo, pero yo siempre salía a correr y nunca a caminar, lo hago de forma competitiva y en general hago buenos tiempos.
CBT: ¿Cuál ha sido tu mejor tiempo?
JP: Mi mejor tiempo es 2:47:50.
CBT: ¿A qué edad empezaste a correr?
JP: Empecé tarde, a los 35 años, pero siempre me ha divertido mucho correr.
CBT: ¿Cuál es el maratón que mas has gozado?
JP: Los que más gozo son los rurales. El que más he disfrutado es el de la Antártica. Es muy complicado porque hay que cruzar el estrecho de Drake y se corre aproximadamente a 30 grados bajo cero. Por la parte sentimental también disfruté mucho el maratón de Disney World porque fue mi maratón número 100 y el primero de mis hijos, además de que me acompañó un grupo de 101 corredores para celebrarlo.
CBT: ¿Qué maratón exótico recomiendas?
JP: Los maratones dentro de las reservas en África. Hay uno en Lewa que es impresionante porque corres dentro de la reserva junto con los animales, hay un helicóptero que vigila a los animales pero no deja de ser peligroso.
CBT: ¿Cuál es el maratón que más has sufrido?
JP: Mi segundo maratón, que fue el de la Ciudad de México. Otro muy difícil es el de la muralla China por la dificultad de la ruta, la temperatura del ambiente y la piedra negra sobre la que corres.
CBT: ¿Cuál ha sido tu mejor anécdota en un maratón?
JP: En el maratón de Nueva York entré a un baño portátil pero no puse el seguro, alguien abrió pensando que no estaba ocupado y después azotó la puerta, lo que hizo que se quedara el pasador atorado. Me puse a mover el baño para llamar la atención hasta que me vio un policía quien pudo abrir la puerta después de 22 minutos. El policía no me dejaba ir porque tenía que hacer un reporte pero me fui corriendo. Mientras cenaba con mis amigos vimos en la televisión el reporte del policía en las noticias. A la mañana siguiente me contactó un reportero, de uno de los periódicos nacionales, para saber si quería relatarles la historia. Les dije que el reporte del policía era correcto y terminaron publicando un artículo.
CBT: ¿Cuál es tu meta a futuro?
JP: Seguir corriendo. Disfruto mucho correr solo o con mis amigos y mientras pueda seguir corriendo me gustaría continuar. No tengo una meta concreta.
CBT: ¿En dónde corres?
JP: Entreno en Ciudad Universitaria y en el Bosque de Tlalpan, me gusta mucho correr por los senderos del bosque.
CBT: ¿Qué sientes cuando corres?
JP: Cada vez que cruzo la meta de un maratón se me salen las lágrimas.
CBT: ¿Cuántas carreras del Día del Padre has corrido?
JP: No llevo el registro, pero son muchísimas.
CBT: ¿Qué es lo que más te gusta de la carrera del Día del Padre?
JP: La convivencia. Es una carrera que te permite correr con toda la gente con la que normalmente corres en la semana. Hay muchas otras carreras, pero en el momento en que tú dices “vamos a correr en [el circuito] Gandhi”, hay unos que van y otros que no van. En cambio, la del Padre es como tu carrera. Es en donde realmente te puedes poner la camiseta y decir “es mi carrera, es donde yo puedo ir con todos mis amigos”. Entre mi grupo de amigos siempre esperábamos esta carrera y después nos íbamos a celebrar a mi casa.
CBT: ¿Qué experiencia recuerdas de esta la carrera?
JP: Tengo muchos recueros padres. Cuando mis hijos empezaron a crecer me llevaban agua.
CBT: ¿Tienes alguna mala experiencia con el evento?
JP: Es en la única carrera en la que me he enfrentado a la pared, yo lo atribuyo a que un día antes había comido muchos tacos al pastor y estaba muy mal del estómago.
CBT: ¿Tienes algún mensaje final para la comunidad de corredores?
J.P: La carrera del Día del Padre para mi es la carrera del año, olvídate de los maratones, es una carrera que sales a disfrutar.
Tres generaciones corren en el Día del Padre
Experiencia y juventud a lo largo de 21 kilómetros
Samuel McKelligan es el líder del equipo. Ha corrido la carrera del Día del Padre desde 1981 y ahora lo hará junto con su hijo y su nieto. Su hijo tenía 25 años la primera vez que corrió con él el medio maratón del Día del Padre.
La historia comienza porque su hijo quería correr el maratón de Nueva York. Así que, provechando que trabajaban juntos, el señor McKelligan y su hijo comenzaron a entrenar. Han participado en el famoso maratón varias veces y en una ocasión, llegaron desvelados a la línea de salida por haber asistido a la puesta en escena de Cats, el musical de Broadway.
La familia McKelligan tiene tradición en el deporte pues desde joven, el jefe del equipo disfrutaba ir a excursionar en los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatéptl. Comenzó a correr en la época de Emile Zatopek para adquirir mejor condición y nunca lo dejó. Para él la carrera es un descanso, un tiempo en el que puede pensar tranquilamente. Ahora, comparte esta pasión con su familia. Dos de sus hijos hacen triatlón y han participado en el Ironman, quienes también han corrido con él en la carrera del Día del Padre. Comenta que en algunas ocasiones, tanto su hija como su hijo, han regresado por él para terminar la carrera juntos.
Samuel McKelligan ve la carrera del Día del Padre como un meta y un reto personal que hace año con año. El próximo domingo compartirá por primera vez con su nieto, una tradición familiar que espera seguir disfrutando.
Los expertos de la carrera del Día del Padre
Los corredores con más experiencia comparten sus anécdotas y recomendaciones para los novatos
Eran las 9 de la mañana de un sábado y en la mesa estaban reunidos cinco hombres de diferentes edades vestidos con ropa deportiva. Todos ellos tienen algo en común: son fieles corredores de la carrera del Día del Padre. A menudo se reúnen para desayunar y conversar después de haber ido a entrenar al Bosque de Tlalpan. Entre ellos se encuentra el señor Guillermo Agudelo, uno de los primeros organizadores de la carrera.
Juan José Luna cuenta que ha corrido casi todas las ediciones del medio maratón del Día del Padre. Sólo ha faltado a cuatro por haber estado a cargo de la organización o a causa de una lesión. Ha jugado veinte años tenis y tiene amigos corredores, quienes lo invitaron a unirse al grupo y entrenar para la carrera del Día del Padre, pero él consideraba que entrenar un año para un evento era absurdo. Ahora reconoce que la preparación es la base para poder disfrutar cada uno de los 21 kilómetros de la carrera. Y es que correr tal distancia no es cualquier cosa. Luna comenta que el día que su hijo la corrió, aprendió a respetarlo más.
Manuel Alatorre comenzó a correr porque después de pasar a dejar a sus hijos a la escuela tenía tiempo libre. En la carrera no sólo encontró una manera de estar en forma, sino un grupo de amigos que lo animaban a mejorar cada día. Participó por primera vez en el tradicional medio maratón en 1989 y desde entonces sigue festejando el Día del Padre como más le gusta: corriendo.
A Luna le gusta la carrera del Día del Padre porque es un evento en donde se integra el deporte, la familia, los amigos y los vecinos. Recuerda que los 6,000 paquetes de la carrera de 1988, se armaron con la participación de todos los miembros de la familia a través de una cadena de producción.
Adolfo Alcocer, el miembro más joven del grupo, dice que el medio maratón del Día del Padre es diferente a los demás por tener un valor simbólico especial, pues la fecha se presta para que sea algo familiar. A lo largo de la carrera se pueden identificar a los papás que van corriendo con sus hijos. Comenta que ha tenido la oportunidad de ver correr a tres generaciones juntas: el abuelo, el padre y el hijo. Reconoce el gran esfuerzo de los primeros organizadores quienes han hecho la carrera con el corazón.
Los ingredientes de la carrera: los participantes, la ruta, las medallas, las playeras, el agua, los voluntarios, los amigos, la familia, las porras. Y es que la carrera del Día del Padre se ha vuelto una fiesta. Los corredores comentan que antes era aburrida porque había tramos en los que se iba solo y el recorrido se volvía muy pesado. Ahora ya casi no hay espacios libres en la calle. La gente anima a los corredores, lleva música y agua.
Finalmente, los corredores piden comprensión por parte de la familia porque después de haber corrido el medio maratón los participantes necesitan descansar. El festejo debe reanudarse después de dormir un rato.
Los expertos recomiendan:
- Haber hecho una base de trabajo de mínimo 3 meses
- Haber corrido, como parte del entrenamiento, una distancia mayor a 21 km en más de dos ocasiones
- Mantener un ritmo constante a lo largo de toda la carrera
- Cuidar el paso porque la segunda parte de la carrera es subida
- Considerar la carrera como un reto, no como un problema
- Pedir a la familia apoyo, paciencia y comprensión pues correr 21 kilómetros es agotador
- Disfrutar la carrera
Mucho ánimo y suerte para todos los corredores.